Buda y Pest, dos ciudades ligadas por el Danubio

danubio

Dos culturas, la occidental germánica y la oriental eslava, fundidas con estilo propio. El agua es el centro de la urbe, que la recorre en numerosas termas subterráneas y contrasta con sus famosos cafés como el Gerbaud, el Lukaks, el Angélica o el Ruszwurm.

Balnearios como el Gellert atestiguan la bondad de sus medicinales esencias. Contemplar la ciudad desde sus colinas permite disfrutar al acompleto de las visión de esta urbe que ha sobrevivido a todos los regímenes sin perder ni un ápice de su personalidad. La histórica Buda, con el barroco barrio del Castillo y la fortaleza-palacio, la monumental Iglesia de San Matías, o el original bastión de los Pescadores, habitan junto al centro financiero y politico de Hungría: Pest.

En Pest, uno parece estar recorriendo las animadas calles peatonales, con sus cafés de fin de siglo XIX y su Parlamento de estilo neogótico que moja los cimientos en el Danubio y que acaba de ser magníficamente restaurado. Y por la noche se pueden degustar las excelencias gastronómicas de la cocina húngara amenizada por los violines de la música zíngara.

Resulta apatecible disfrutar de los delicicosos cafés de Budapest que ofrecen así mismo los buenos pasteles de la ciudad. Hay que respirar la atmósfera decimonónica de la cafetería Lukaks, situada frente al teatro de marionetas (Andrassy, 70), y que se enorgullece de tener los mejores helados de Budapest, o probar los “dobos”, la especialidad del Gerbeaud, el café – pastelería más popular que mantiene abiertas sus puertas desde 1858 (Vorosmarty, 7). El Angelika (Batthyany, 7) es uno de los más selectos, con un ambiente de fin de siglo XIX muy bohemio, mientras que el Ruszwurm (Szentharomsag, 7) es la pastelería más antigua de la ciudad, situada frente a la iglesia de San Matías y a la que conviene ir temprano ya que se suelen formar largas colas.

LA GASTRONOMÍA HÚNGARA

La elaborada gastronomía húngara se basa en tres platos principales: las sopas, los estofados y los dulces, siempre regados por los buenos vinos de la tierra y teñidos del color de la paprika, la esencial pimienta roja. Entre las sopas más populares destaca el goulasch a base de carne de vaca o carnero sazonada con cebolla, comino, ajo y paprika, la tyukhusleves con pollo y un sabor suave u agradable, y las sopas frías y dulces como la exótica meggyleves de guindas.

En las casas de comida (vendelo) y mesones (csardas) hay una gran variedad de sopas, todas llenas de sabor. Entre los estofados se puede citar el tejfolos paprikas, un guiso parecido al goulasch pero servido con nata ácida y las toltottkaposzta, alcachofas rellenas de carne picada y arroz, siempre acompañados de una generosa guarnición.

Los postres calientes o fríos, dulces o salados, son la otra gran especialidad húngara. Salada y caliente es la turoscusza, una pasta de requesón con torreznos ahumados y nata, y la dulce tarta dobostorta, formada por capas de bizcocho alternadas con una crema de huevo, chocolate y vainilla, toda recubierta de caramelo. Se pueden acompañar estos exquisitos postres con una copa de barackpalinka (licor de albaricoque).

LAS COLINAS DE BUDA

Vale la pena iniciar la visita a la ciudad en Buda, la antigua sede monárquica, llena de barrios residenciales y vestigios del pasado austrohúngaro. Desde la colina de Gellert, se puede apreciar una vista completa de Pest, al otro lado del Danubio.

Un poco más al sur se halla el Hotel-balneario Gellert que cuenta con varios edificios enlazados mediante jardines con piscinas, jacuzzis y cubas termales, un auténtico templo del baño. Tiene 13 manantiales de los que brota el agua con una temperatura entre los 27 y los 48 grados. Gellert es famoso por su piscina cubierta, con columnas y barrocos balcones y un tejado acristalado que se abre en los días de sol.

No muy lejos se encuentra la Ciudadela, construida por los austríacos en 1851 y que asemeja una colosal galera de piedra elevada 60 metros sobre el Danubio. Y más allá después de caminar por sus pintorescas calles llenas de edificios góticos y barrocos que conforman el barrio del Castillo presidido por la Iglesia de San Matías, escenario de las coronaciones de numerosos monarcas húngaros.

Construida en estilo románico francés hacia la mitad del siglo XIII, en el siglo XV se añadieron las capillas laterales góticas y a la época del rey Matías corresponde la torre del campanario. Durante la ocupación turca pasó a ser mezquita y en la batalla de liberación de Buda, el templo sufrió cuantiosos daños. La restauración en el siglo XIX le dió su aspecto actual, un edificio de estilo gótico con partes románicas.

Su extensión natural es el Bastión de los Pescadores, una joya producto de la imaginación de Frygies Schulek. En el espacio que separa el bastión de la iglesia de San Matías se levanta la famosa estatua de Esteban I el Santo, fundador del estado húngaro. Formado por escalinatas, balaustradas, veredas y torres, ofrece las mejores vistas de Pest y del Danubio, en una imaginativa creación neorrománica. Su nombre proviene de un antiguo mercado de pescado que debió existir en el lugar durante la Edad Media o porque, como asegura la leyenda, este tramo de las murallas estaba defendido por la cofradía de los pescadores.

Desde aquí vale la pena acercarse hasta el cercano Palacio Real, el Varpalota, que se erige imponente como uno de los monumentos más destacados de la ciudad. El lado que mira al río mide 304 metros y conserva su zócalo medieval. El contrafuerte de la parte sur tiene enfrente el gran torreón meridional, desde el que nace un bello camino de ronda.

En su interior se hallan los mayores museos de la ciudad, como la Galería Nacional Húngara, la Magyar Nemzeti Galeria que recoge el patrimonio artístico del país desde la Edad Media hasta la Edad Moderna, desde la pintura hasta las artes gráficas. A la izquierda del patio se encuentra el Museo Ludwig, dedicado a la historia del movimiento obrero húngaro. Al fondo del patio de Honor se halla el Budapesti Torteneti Muzeum, el Museo Histórico instalado en el lugar del palacio que conserva las estructuras góticas. Se pueden observar las excavaciones arqueológicas del Aquincum, restos romanos que recogen utensilios, frescos, un mitreum, cerámica, etc.

En los locales del sótano se descubre la parte gótica, con los cimientos de la torre de San Esteban y las estatuas del XIV encontradas durante la restauración, además de la capilla con cúpula de estrella, un retablo bohemio del XVI y algunas esculturas del XIV.

PEST, Y EL PUENTE DE LAS CADENAS

Se puede pasar al otro lado del Danubio a través del Puente de las Cadenas, que por la noche aparece todo iluminado y tiñe el Danubio de plata y la ciudad de misterio. Al otro lado se extiende Pest, centro financiero y comercial, sede de bancos, ministerios, del Parlamento y lugar de ocio de los habitantes de la ciudad.

Al final de Andrassy, la avenida más hermosa, se halla la Plaza de los Héroes donde se levanta el monumento del Milenario. El conjunto arquitectónico está presidido por una columna de 36 metros y una gran losa custodiada por los soldados rememora los caídos durante la guerra de Independencia. El Szépmüvészeti Múzeum o Museo de Bellas Artes se encuentra en esta plaza. El edificio neoclásico con forma de templo griego recoge valiosas antigüedades clásicas, pinturas y esculturas desde la Edad Media hasta nuestros días, destacando obras de Leonardo da Vinci, Brueguel el Viejo, Rembrandt, el Greco, Murillo, Zurbarán, Goya y esculturas de Rodin.

Detrás de la Plaza de los Héroes está otro de los puntos de encuentro más emblemáticos de Budapest, el parque municipal, el Varosliget. Jardines, un pequeño lago en el que remar en verano y patinar sobre hielo en invierno, el Circo Municipal y el Parque de Atracciones son algunas de las actividades que puede realizar en este espacio verde. Y un poco más allá se encuentra el Vajdahunyad Vara, castillo construido entre 1896 y 1911 por Ignac Alpar y que copia 21 partes diferentes de otros tantos edificios, resumiendo así la historia arquitectónica húngara. El nombre lo recibe de la parte más importante del conjunto, el castillo Vajdahunyd de Transilvania, actualmente en Rumanía. Frente al palacio se encuentra la conocida estatua del Anónimo, dedicada al cronista sin nombre del siglo XII que relató la primera historia del pueblo húngaro en latín.

Volviendo hacia el Danubio por la avenida Andrassy se puede hacer una pequeña parada en la Ópera, que destaca con sus formas elegantes de estilo neorrenacentista italiano. El barrio judío es uno de los más auténticos de la ciudad, con sus edificios y fachadas que aún conservan las huellas de la guerra. En su corazón se levanta la Zsinagóga, una de las más majestuosas y grandes de Europa. Y de una sinagoga a la iglesia más bella de Budapest, y la más grande con una capacidad de 8.000 feligreses, la Basílica de San Esteban, la Szent Itsván Bazilika. Una obra maestra neorrenacentista con su grandiosa cúpula de 22 metros de diámetro y 96 metros de altura. En el interio, protegidos por 55 tipos diferentes de mármol húngaro, se encuentran las estatuas de los Santos Húngaros.

Más allá de la Plaza Szabadagság se encuentra la gigantesca plaza del Parlamento, con sus 65.000 metros cuadrados, adornada con jardines y estatuas, y que sirve de entrada al edificio más emblemático y fotografiado de Budapest, el Parlamento. Sus recortadas formas neogóticas, coronadas por su alta cúpula central, recuerdan a las del Parlamento británico y se reflejan al atardecer en las orillas del Danubio como se puede comprobar realizando un pequeño crucero nocturno por el río, desde donde los principales monumentos, iluminados por el encanto de la noche, descubren la personalidad propia de esta ciudad entre las aguas.

DANUBIO, EL RÍO QUE LES DA VIDA

Al norte de la ciudad, donde el gran río describe una curva conocida como el Recodo del Danubio se hallan tres lugares que merecen una visita. El primero de ellos Szentendre, una hermosa población llena de la bohemia propia de una ciudad de artistas. Museos dedicados al arte autóctono, como la galería Szentendrei Keptar o el Ferenczy Muzeum ocupan, junto con las casas barrocas, gran parte de la plaza principal, la Fo ter, una zona peatonal adornada con la cruz de la Peste.

Esquina con Gorog utca se levanta la iglesia servo-ortodoxa Blagovesztenska, que actualmente acoge el Museo de Arte religioso ortodoxo, entre cuyos iconos serbios se encuentra el valioso Theotokos de Vladimir del siglo XVI. Subiendo a la colina del castillo, se pasa por la Plebaniatemplon, la iglesia románica que sufrió continuas transformaciones posteriores góticas y barrocas. Al norte se encuentra la Saborna, iglesia servo-ortodoxa en cuyo jardín, protegido por una reja del XVIII, se levantan algunas losas sepulcrales serbias del XVIII y XIX. Al sur se encuentran las ruinas romanas, excavaciones del castro Ulcisia que se erigía en este lugar entre los siglos II y IV.

El pueblo de Visegrad es famoso por las ruinas de su castillo medieval, destruido por los turcos en 1543. Y no muy lejos se levanta Esztergom, frente a la orilla eslovaca del Danubio y famoso por su monumental basílica y por su Museo Cristiano, una ciudad de leyenda la cual dicen que fue corte de Atila, el temible rey de los hunos. Posteriormente fue el lugar escogido por Carlomagno para levantar la Osterringum, la fortaleza oriental que tomada por los húngaros, llegaría a ser la sede real de este pueblo, la primigenia capital de Hungría.

La Esztergomi Bazilika o Basílica de Esztergom domina el paisaje con su majestuosa arquitectura neoclásica. Construida sobre la primitiva iglesia medieval de San Adalberto, se inauguró con la Gran Misa de Liszt compuesta para la ocasión.

La basílica cuenta con una impresionante cúpula coronada por 24 columnas y en su interior, amplio y carente de adornos, se encuentra la capilla Bakocz, con un altar en mármol blanco de Carrara que destaca sobre las paredes cubiertas de mármol rojo. Por el lado derecho de la nave central se llega hasta el tesoro, entre cuyas piezas se encuentra un crucifijo de oro y figuras de esmalte del rey Matías.

Y después de la visita de estos tres enclaves, vale la pena regresar a Budapest para descansar un poco y seguir disfrutando de sus magníficos cafés.